Hace 12 meses que las escuelas están cerradas, muchas oficinas vacías, negocios haciendo malabares para subsistir y millones de personas han tenido que modificar su manera de trabajar. Y estos cambios afectan incluso a personas como yo, que desde hace años soy una entusiasta del home office.
Para muchos profesionistas, la pandemia ha cambiado nuestros trabajos en todos los aspectos: cuándo, dónde y cómo lo hacemos.
Y aunque en un principio no fue sencillo para nadie, a un año de distancia, hemos encontrado la manera de adecuarnos a esas transformaciones impuestas por factores completamente fuera de nuestro control.
El home office se instaló en nuestras vidas
Creo que la pandemia ha terminado con un mito: que el trabajo en casa no funciona.
A pesar de que desde hace años los especialistas han advertido que la digitalización empujaría el crecimiento del trabajo a distancia, existía una gran resistencia por parte de los empleadores.
Antes de que esta enfermedad trastocara la vida de todos, las empresas eran reacias a implementar opciones de teletrabajo; algunos pensaban que era imposible trasladar ciertas actividades fuera de las instalaciones de la compañía; otros simplemente temían que la falta de supervisión disminuyera la productividad de sus empleados.
Sin embargo, en el 2020 de golpe y sin aviso previo, millones de empresas tuvieron que entrar a la modalidad a distancia y aunque en un principio había muchas dudas sobre su eficacia, con el paso de los meses pudimos constatar que el teletrabajo es posible y que la gente responsable trabaja con o sin vigilancia.
Esquemas flexibles
Grandes empresas como Google y Twitter han anunciado que incluso cuando la situación sanitaria se regularice, permitirán que sus empleados decidan si quieren mantenerse en teletrabajo o si prefieren regresar a la oficina.
Otras organizaciones también están apostando por esquemas flexibles que permitan a los trabajadores acudir dos o tres días a la oficina y el resto de la semana trabajar a distancia.
Sin duda habrá quien prefiera regresar a la oficina, tal vez por la dinámica propia de un determinado trabajo o por las interacciones sociales que nos perdemos al mantenernos a la distancia. Sin embargo, muchas personas me han compartido que en este año se han enamorado del home office y que, llegado el momento de decidir, sin duda alguna se quedan en casa.
Por supuesto, hay trabajos esenciales que no pueden optar por dicha modalidad. Pero esta dura experiencia le ha mostrado a las empresas y a los empleados que el teletrabajo sí funciona.
Retos tecnológicos
A falta de la interacción presencial, se tuvieron que adoptar nuevas tecnologías que nos ayudaran a seguir con las operaciones de los negocios. Muchas aplicaciones nunca las habíamos usado o corrían rumores de robo de datos y había también que lidiar no sólo con aprender el manejo, sino también no poner en riesgo nuestra privacidad.
Las escuelas tuvieron una transformación muy importante, muchas especialidades y estudios superiores ya estaban operando en modalidad en línea, pero la educación básica desde los más pequeñitos hasta los adolescentes, tuvieron que separarse de sus compañeros y aprender en solitario conviviendo sólo a través del monitor.
Para los maestros también fue un reto mayúsculo, no sólo el aprendizaje del sistema para la transmisión de sus clases, sino que tuvieron que transformar toda su enseñanza y lidiar con distractores que antes no eran un problema en el aula (mala conexión, espacio de trabajo, ambiente familiar, entre otros).
Muchos negocios aprendieron a transformar sus servicios para ofrecerlos en línea. Si desde antes tener presencia en internet era fundamental, a raíz de la pandemia y para mantenerse activos, empresas y proveedores de productos y servicios transformaron su operación, se aventuraron a la venta en línea y los que se adaptaron, lograron tener una ventaja competitiva que no sólo los mantuvo a flote, sino que su resiliencia les ayudó a llegar incluso más lejos y alcanzar otros nichos de mercado.
Tenemos qué hablar
Parte de los grandes retos que la pandemia nos ha impuesto son las interacciones sociales y la comunicación en general.
El trabajo a distancia nos ha obligado a transformar la manera de comunicarnos con nuestros colegas o con nuestros clientes o prospectos. Ya sean correos electrónicos, mensajes de texto, notas de voz, videoconferencias, hay una extensa cantidad de herramientas para comunicarnos con quien necesitamos, pero al depender de la tecnología para esas tareas, también estamos sujetos a otros problemas como fallas en el internet, con la compañía telefónica, energía eléctrica, y todo también generado por falta de personal porque muchas empresas no están operando a su máxima capacidad.
Y aunado a todo esto, el ambiente en casa, nuestro nuevo centro de operaciones, también resulta una variante que no siempre podemos controlar. La paciencia es una virtud cada vez más escasa.
Por ello, ya sea por una falla técnica, emocional o de conocimiento, es importante estar conscientes que todos atravesamos temas personales o profesionales complicados, que todos estamos dentro del mismo barco y que lo ideal es procurar una comunicación con mayor claridad y de manera más humana para evitar malos entendidos que aumenten las tensiones en una situación ya de por sí problemática. Se impone la urgencia de mejorar nuestras habilidades como la empatía, la colaboración, la tolerancia y el entendimiento.
La luz al final del túnel
Como la gran mayoría de las personas, en estos largos 12 meses he pasado por un proceso de aprendizaje y adaptación.
Algo que resuena mucho en mi cabeza, y admiro profundamente, es la capacidad de reinvención, me cautivan las historias de personas que en situaciones complicadas lanzaron soluciones que ayudaron a resolver necesidades puntuales y con ello afianzaron sus negocios.
Me encantaría que me compartas tu experiencia, qué casos de personas que se transformaron encontraron una ventana de oportunidad en esta pandemia.
Sin duda la pandemia ha sido demoledora para todo el mundo, pero también ha sido una escuela que nos enseñó a reconocer lo que verdaderamente es importante.