Nos da miedo enfermarnos o perder a seres queridos. De pronto aparece el temor a que desaparezca nuestro empleo u otras fuentes de ingresos. Extrañamos cosas tan simples como salir a caminar en el parque cercano a casa o pasar la tarde escogiendo una novela en la vieja librería del centro. Incluso llegamos a extrañar manejar en medio del pesado tráfico de la ciudad.
Lidiar con la ansiedad nunca es una tarea sencilla. Y en las últimas semanas todos, en mayor o menor medida, estamos enfrentando un sinfín de preocupaciones por el momento presente y la incertidumbre del futuro. Y si a eso le sumas trabajar desde casa, si no estás acostumbrado a ello, los niveles de ansiedad pueden dispararse y convertirse en un riesgo para tu salud emocional y física.
La ansiedad nuestra de cada día
Preocuparse por lo desconocido y estar a la espera de que algo (potencialmente catastrófico) suceda, son componentes de la ansiedad.
La crisis que actualmente afecta a todo el planeta nos ha llevado a todos a desarrollar cierto grado de ansiedad ya que estamos constantemente bombardeados por las noticias sobre el tema, nuestras interacciones sociales se han vuelto monotemáticas y la incertidumbre económica lleva la preocupación a todas las empresas. Así que nos queda poco margen para distanciarnos y darle un respiro a nuestra mente.
Es normal sentir ansiedad ante la incertidumbre. Pero en muchas ocasiones, cuando nuestra mente se aferra a ciertos pensamientos, esa ansiedad nos domina y afecta cada aspecto de nuestra vida: perdemos el sueño, comemos sin parar, nos cuesta concentrarnos en el trabajo. Vaya, no podemos hacer ni las tareas más simples.
Cuando eso sucede, es momento de tomar acciones para controlar el nivel de estrés y ansiedad.
Contener la “Infodemia”
Para mí llegó un momento en que no pude tolerar más la avalancha de información que se dejó venir desde principios de año. No sólo estaba escuchando o leyendo noticias en medios de comunicación y redes sociales, si no que de pronto todos nos convertimos en expertos en salud, epidemias, administración gubernamental, economía y teorías conspirativas.
Y cuando no pude más, la elección fue clara para mí: aunque tengo que mantenerme informada de la situación local y mundial, necesito dosificar la información que recibo.
Preocupada por los efectos que pueda tener esta “infodemia” en nuestra salud mental, la Organización Mundial de la Salud (OMS) dio a conocer algunas recomendaciones para tratar de limitar sus efectos: restringe la cantidad de noticias que consumes y, sobre todo, escoge cuidadosamente tus fuentes de información.
Establece horarios
Pasar el día sumergido en cifras, tragedias y todo tipo de historias inspiradoras no nos permite alejarnos de la situación así que nuestros pensamientos pueden salirse de control y llevarnos a formar todo tipo de teorías sobre cómo esta crisis se convertirá en la mayor catástrofe de la historia.
Tal vez sea un poco radical, pero también impuse horarios para informarme: sólo por las mañanas me actualizo sobre lo que ocurre en el mundo. Tengo la certeza de que si hay una información extremadamente importante me enteraré porque en estos tiempos todos estamos conectados así que ya sea un familiar, un amigo o incluso un cliente, alguien me hará llegar la información.
Te recomiendo que te informes por las mañanas o al mediodía, porque lo peor que puedes hacer antes de irte a dormir es ver el noticiario ya te quedarás con todas esas tragedias dando vueltas en tu mente, justo en el momento en que debes tranquilizarte para tener un descanso reparador.
Mantén tu vida “normal”
Realizar mi rutina diaria lo más apegada a la normalidad me ha ayudado mucho para no dejar que el pánico se apodere de mi día.
Lo sé: no podemos ir al gimnasio, al cine, a cenar con los amigos o visitar a nuestros padres. Pero mantener en marcha la vida diaria mantiene la mente ocupada y evita que divaguemos con pensamientos que tienden a la catástrofe.
Para mí ha sido de gran ayuda seguir mis horarios de siempre: me despierto a la misma hora que lo hacía al iniciar el año, hago mi rutina de ejercicio, me baño y me arreglo como si fuera a tener una reunión. Y aunque puede sonar tentador, nunca te quedes en pijama, tarde o temprano esa comodidad de convertirá en depresión.
Aunque hago home office desde hace varios años, mi rutina sí ha variado en las últimas semanas porque mi familia está pasando más tiempo en casa. Pero para mantenerme concentrada en mi trabajo, trato de seguir horarios específicos y evitar las distracciones en medida de lo posible.
Descansa de las redes sociales
Cualquier red social la encontrarás saturada de información sobre el tema y muchas veces lo que encontramos son noticias falsas o exageradas, teorías conspirativas y dudosos remedios contra la enfermedad. Así que, si en lugar de servirte de distracción, las redes sociales están aumentando tu nivel de ansiedad, date un respiro y deja de usarlas.
Una de mis amigas eliminó las aplicaciones de redes sociales de su teléfono para poner un límite real a su uso. Si quiere entrar a Facebook tiene que prender su computadora así que lo piensa dos veces antes de hacerlo.
Pero si esta medida te parece demasiado, establece un límite de tiempo que pasas en ellas, deja de seguir cuentas o hashtags que te abrumen con información y si un grupo de WhatsApp o Facebook te está provocando conflicto porque no dejan de tratar el tema, siléncialo. No hay nada que te obligue a formar parte de una conversación que te hace infeliz.
Mantén contacto con las personas que te importan
Aunque en estos tiempos la recomendación es aislarse en casa, recuerda que este aislamiento es físico, no emocional.
Ya que no es posible seguir con las reuniones sociales, asegúrate de mantenerte en contacto con las personas que quieres: escríbeles, llámales por teléfono, ten una reunión virtual con tus amigos los fines de semana. Pregúntales cómo están y hazles saber que te importan.
Platica con ellos de tus inquietudes y escucha las suyas. Hablar es la mejor manera de darle su justa dimensión a los problemas y es una excelente forma de mantenernos cerca.
Cuida tu cuerpo
Una buena alimentación es de gran importancia en estos momentos: tu salud depende también de lo que comes, así que no es un buen momento para iniciar esa dieta milagrosa que te han recomendado. Mantén una alimentación balanceada, evita los excesos y los alimentos chatarra.
Es importante mantener tu cuerpo activo y saludable así que una buena rutina de ejercicios es una excelente idea. Pero no te extralimites: reconoce los límites de tu condición física y aumenta gradualmente la intensidad de tu actividad.
Distrae tu mente con actividades relajantes alejadas de una pantalla: cuida tu jardín, colorea, arma un rompecabezas, lee un libro, ve series divertidas y aléjate de los dramas.
Y NO OLVIDES DESCANSAR. TU CUERPO, MÁS QUE NUNCA, NECESITA TIEMPO DE DESCANSO PARA PODER FORTALECERSE Y ENFRENTAR ESTOS TIEMPOS EXTRAORDINARIOS QUE NOS HAN TOCADO VIVIR.